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sábado, 12 de noviembre de 2016

MIGUEL URBÁN EN LE MONDE DIPLOMATIQUE, EXTREMO CENTRO CREPUSCULAR.


http://recortesdeprensa001.blogspot.com.es/


MIGUEL URBÁN EN LE MONDE DIPLOMATIQUE, EXTREMO CENTRO CREPUSCULAR.


 

En el número 253, correspondiente al mes de noviembre de 2016, la revista LE MONDE DIPLOMATIQUE EN ESPAÑOL, publica un artículo de don MIGUEL URBÁN, cofundador de PODEMOS y eurodiputado, con el título : CREPÚSCULO DEL " EXTREMO CENTRO", del que entresaco, para comentar, estos dos fragmentos

 
1.- En este momento de "polarización", es determinante comprender que la hegemonía en el tablero político no se disputa en el centro sino en sus extremos: en la confrontación  entre elíte y pueblo, entendida en su mas estricto sentido de antagonismo de clases. Esta confrontación, nacida para detener la sangría que priva a la población de derechos obtenidos mediante árduas luchas, constituye una ventana de oportunidad estrategica : la de ganar más derechos e inventar nuevas formas de democracia".
 

2.- "en el campo antisistema se forman dos polos: uno promete la xenofobia; el otro , la lucha de clases. Los monstrúos surgen cuando el campo de batalla político prefiere las cuestiones de identidad o de pertenencia nacional en vez de las de la democracia y de la justicia social".
En el artículo se habla de , las "polarizaciones" cruzadas y multiformes que son causadas por la "reconstrucción de los campos políticos" previamente existentes, y que producen, dice,  un desplazamiento de los antagonismos, los cuales se expresan básicamente "a través de terremotos electorales que asustan a las elítes, pero que  afectan bien poco a la vida cotidiana de la ciudadania europea".
 



Pues bien, la tesis de que en este momento de "polarización" es preciso comprender que "la hegemonía en el tablero político no se disputa en el centro sino en sus extremos", creo que no se encuentra en el artículo suficientemente explicada ni defendida argumentalmente, pudiendo ser tenida, más como una petición de princípio  que como una conclusión posterior a un anáalisis razonado. Naturalmente, si se parte, como sigue diciendo de "la confrontación  entre elíte y pueblo, entendida en su mas estricto sentido de antagonismo de clases", es fácil llegar a la conclusion que dice, pero para que la frase sea verdad ha de no dar por supuesto que ha demostrado, previamente, algo que no ha hecho. Efectivamente, si uno afirma que la oposición se produce entre elítes y pueblo, es claro que la lucha es extrema y nada se va a encontrar en medio, porque no hay nada. Vamos a dejar de lado la no definición suficientemente definida de lo que sea "elíte", tema enjundioso y difícil de perfilar, al cual uno ha de acercarse con cuidado para no tipificar como tal una opinión personal, o peor, para no tipificar algo sin saber lo que contiene; es decir: para no usar la palabra como mera palabra sin contenido; literalmente: en vano.
 

Vamos a suponer, para avanzar,  que la palabra "elíte" tenga un contenido concreto, que no se ha patentizado en el artículo, pero que se corresponde a una unidad tan macarrónicamente unitaria y sin contradicciones internas como la palabra misma, y en singular además, parece querer dar a entender. Es decir, todo lo que no sea ella, queda fuera, y como no hay nada en medio, eso que queda fuera es, ni mas ni menos que "el pueblo". El antagonismo de clases se produciría entre el "pueblo" y la "elíte". Así caracterizadas las oposiciones no hay más remedio que dar la razón a MIGUEL URBÁN. Lo que sucede, desgraciada o afortunadamente es que esa caracterización es falsa, en un error, es una mera petición de princípio, es un presupuesto ideológico, y lleva la contraria a la realidad demostrable.
 


No es cierto que la "elite" sea una especie de pedrusco sin contradicciones, y eso resulta por completo patente en el dia a dia, en donde se pueden ver luchas unos sectores contra otros, y aliarse entre ellos mientras siguen luchando, aunque sí que es verdad que, bien informadas de sus intereses particulares, las distintas elites, en plural, tienen la tendencia a llegar a un acuerdo entre ellas que las permita subsistir frente a "el pueblo", y es este, creo yo, el único punto que las homogeiniza, mientras lo haga, pues no ha sido infrecuente en la historia que sectores pertenecientes a la clase dirigente, pero "sub" por diversos motivos, se desvinculen más o menos claramente de ella y se intenten colocar a la cabeza de fuerzas insurgentes que intentan el desplazamiento de lo antíguo. Evidentemente, mientras la batalla se está desarrollando, esa insurgencia tiene singular interés en manifestar que representa al total colectivo no integrado en la clase dirigente a abatir;  en la terminologia del señor URBÁN, "la elÍte" y "el pueblo".
 


El pueblo, como entidad opuesta a la elíte, no existe y yo no sé si habrá existido alguna vez, puede que, dependiendo del punto de vista, sí,  en pequeñas poblaciones de pescadores, o agricultores autosuficientes, no sé, pero hoy por hoy, en la actual compleja  EUROPA, el pueblo como una unidad, no existe, y el señor URBÁN lo reconoce en su artículo, cuando dice, punto 2 de los citados más arriba, que "en el campo antisistema se forman dos polos"; vale la pena preguntarse:  ¿quiénes están en ese campo antisistema ( que además está dividido)?  Los que están en él, ¿forman parte de el "pueblo", de la "gente"? , ¿o son parte de la "elite" ( que quedó sin definir pero que, para avanzar, decidimos entender unitaria y sin contradicciones internas, y ahora, para seguir avanzando, concluímos que no  contiene "antisistema")? Todas estas cosas, que el autor del artículo dice que se oponen, ¿ de qué tipo de unidad preexistente, ahora en descomposición,  han salido ? Necesariamente hay un proceso de descomposición, porque de haber solo dos actores se pasa a haber muchos más que muchos : en el campo antisistema se ha producido una partenogénesis, originando dos polos, parece ser, uno caracterizado por la xenofobia, que parece preferir las cuestiones de identidad y de pertenencia nacional, y otro, la lucha de clases, caracterizado por la democracia y la justicia social. La "gente" habrá de optar, según parece, por uno de estos dos polos, lo cual implicará que el "pueblo" se divida, si es que había llegado en algún momento a constituir algo homogéneo, como se predica que habia, sin demostración, primero entre lo prosistema ( ¿qué es,  unitario o múltiple? ) y si decide "antisistema, entre lo uno o lo otro, oponiendo el sentimiento de pertenencia nacional al de la democracia y la justicia. Por otra parte hay que consignar que es  mucho decir, si no se explica muy por menudo,  hablar de la unidad substancial entre el campo de la lucha de clases y la democracia y la justicia social, así como quitar cualquier sentimiento de pertenencia nacional del ámbito de la lucha de clases.  Eso puede ir  unido o separado. Depende. No son la misma cosa. Quién gobierna no implica cómo lo hace.
 


Es decir, que el análisis que hace el señor URBÁN me parece contradictório y que evitar tales contradicciones  requeriría  un análisis más matizado, el cual, por su propia naturaleza, empezaría a llenar esa tierra inexistente en el centro  del tablero politico con partes de ese "pueblo", esencial y sin contradicciones,  que como unidad mística dice que se opone a la  "elíte", también  esencial,  sin contradicciones e igualmente  mística. Pero si hiciera eso podría hasta llegar a la conclusión contraria a la que defiende, lo que no sería malo, porque la que defiende lleva indefectiblemente a un enfrentamiento estéril, salvo un cambio radical de las circunstancias, que, cuando se produzca (insurgencia revolucionaria), si llega,  será el momento de analizar. De momento ni está ni se la espera.

 
A mí me parece que donde el señor URBÁN más se equivoca es donde acierta parcialmente, al considerar que el inmenso cabreo existente en la sociedad española, para referirnos únicamente a ella, va a desplazar  del centro del "tablero" a la "gente", o al "pueblo", dejando  despejado y vacio ese lugar,  y abarrotado el extremo opuesto al lugar ocupado por la "elíte". Yo creo que esto es un error grave de percepción, y que toma la extension, innegable del malestar, por una profundidad desesperada de ese malestar,  cuyo lógico desenvolvimiento llevaría a la insurgencia de una situación revolucionaria. Creo que esa no es la situación de España. Me parece que lo que realmente existe es, por usar una expresión evocadora, en una parte importante de la poblacion no ubicada en el extremo del tablero,   una "desesperación tranquila" que coexiste con posiciones más decididas en el extremo del tablero, pero muy  minoritarias.  En la medida de lo posible,  es de desear que el gobierno del señor RAJOY decida adoptar alguna sabia medida,  aunque sea aparentemente minima, como podría ser incrementar  el impuesto al té, que sirva como detonante para movilizar a esa zona intermedia, muy  numerosa y muy temerosa, porque tiene cosas que perder. Organizar el poder político de manera que produzca miedo a esa zona tibia de la sociedad puede acarrear la muerte súbita electoral  de la organizacion que lo haga.

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