sábado, 4 de noviembre de 2017

ENGAÑÁDNOS, ENGAÑADNOS, ENGAÑÁDNOS





ENGAÑÁDNOS, ENGAÑADNOS, ENGAÑÁDNOS




La gente pide a gritos ser engañada, y el sistema global se lo proporciona, el engaño, de manera industrial y abundante; el engaño se ha convertido en el producto más vendido en los grandes almacenes de la realidad, en algo tan enorme que ya no es mentira, el engaño es la nueva verdad; la gente ha llegado a pensar, sin darse cuenta, que la máxima que sirve es “el engaño os hará libres”, y hay que preservar la libertad como valor supremo, así que puesto que la verdad crea una gran inseguridad, actuemos como si fuera, sin más, enemiga de la vida. 



Esto no es nuevo, y no sucede solo aquí, ya que en el hoy no podría suceder solo en un lugar; puesto que la producción, el consumo y las finanzas son globales, es necesario que el peligro inducido por la verdad también se sienta así, que combatir tal enfermedad sea generalmente sentida, y que, encontrada la solución médica adecuada, se la apliquen a todos en todos los lugares por igual, no sea que estalle en algún sitio la realidad y corra como un reguero de pólvora por el resto de la globalidad autosatisfecha. 

 

No son solo los los estadiuns los que aúllan con el goal: engañadnos, engañadnos, engañadnos; llega hasta las fruterías, los puestos de castañas; anega todo lo humano, hasta pararse en la vida animal; cierto silencio allí, en aquella frontera, tan convencional como cualquiera y más que algunas otras, da un noséqué de paz. Pero dentro ha empezado a reinar la Inquisición, de nuevo, producto no tan viejo, no tan lejano, no tan circunscrito a un territorio determinado, salvo por el nombre, pero no por los fines, no por los métodos, no por los miedos que trata de ocultar.





No hay comentarios:

Publicar un comentario