sábado, 17 de mayo de 2014

DERECHOS AL ABISMO




Derechos al abismo

La independencia catalana sería una catástrofe para España y para Cataluña









DICE:



1.- La independencia de Cataluña tendría consecuencias catastróficas para la misma Cataluña, que tardaría una generación en recuperarse, pero también para el resto de España, que no aguantaría política ni económicamente la pérdida del 20% del PIB, algo que a su vez pondría en cuestión la supervivencia del euro. No en vano España ocupa la cuarta posición en la eurozona.


2.- ¡En qué mundo ficticio vivirá el presidente de la Generalitat para pasearse por Europa pidiendo comprensión y ayuda para su proyecto independentista, sin percatarse de los motivos de que nadie importante lo reciba!


3.- El nacionalismo interpreta las advertencias sobre los enormes costes de la secesión para catalanes, el resto de los españoles y la eurozona, como meras amenazas sin base real, que no pretenden más que vetar que la nación catalana adquiera el rango de Estado soberano al que tendría pleno derecho… Se ocultan los altísimos costes que para todos implicaría esta salida, siendo el remedio tal vez peor que la enfermedad, pero es la única perspectiva esperanzadora que se divisa en una España que se desploma a ojos vista.


4.- Hay que ponerse a temblar cuando el presidente del Gobierno se enroca en su impotencia, alegando que él, ni nadie, pueden consentir un referéndum que no encaje en la Constitución, la misma que garantiza que Cataluña en ningún caso pueda acceder a la independencia.


5.- En vez de servir la Constitución para enmarcar en una dimensión jurídica a la política, la convierten en su impedimento principal… En agosto del 2011, la presión del capital internacional bastó para llevar a cabo con la mayor celeridad una reforma del artículo 135 que garantizase la estabilidad presupuestaria. Cuando los ajustes marchan a favor de la propia corriente, se puede; cuando se trata de frenar las políticas que se rechazan, la Constitución se erige en el gran obstáculo.


6.- Pese a que la opción republicana se va perfilando, a la vez que el independentismo en Cataluña, como formas de escapar de la casa de los horrores, el Rey no abdica en su hijo, como último intento de salvar la monarquía. Tampoco el partido del Gobierno reacciona ante la podredumbre en que se asienta, a pesar de que cada día se perciba con mayor clarividencia. Sin otro consuelo que una palabrería inane sobre un débil crecimiento económico, que no corregirá a medio plazo el altísimo desempleo, España se revuelve en el chapapote, sin una visión común de lo que pudiera ser un futuro diferente. En tal situación se comprende que el único anhelo sea escapar, individualmente emigrando, o colectivamente por la vía secesionista o republicana.


7.- Confieso que no veo salida, como no sea una trágica, al enfrentamiento de las aspiraciones secesionistas de una parte del pueblo catalán que se crece con las dificultades, y la cerrazón del nacionalismo español, embutido, como todos los nacionalismos, en supuestos metafísicos, que los convierten en principios irrenunciables, que hacen imposible cualquier negociación basada en consideraciones racionales, o por lo menos, razonables.


8.- En democracia, nada es sagrado y todo es discutible y negociable incluso el orden jurídico que incluye a la Constitución en la cima. Pero algo tan elemental ¿podrá cuajar en una democracia harto imperfecta, que está a punto de derrumbarse, barrida por la ineptitud y la corrupción?




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